Doña Maria coronel

 

Doña María Coronel y la leyenda del aceite hirviendo

Doña María Coronel era hija de de Alfonso Fernández Coronel, copero del rey Don Pedro I. Muy pronto, se casó con Juan de la Cerda, descendiente de la Familia Real de León.

Don Juan fue condenado por participar en el Levantamiento de los Trastámara contra el Rey Pedro I, (apodado “El Cruel”)  y acusado de conspiración contra el trono. El rey ordenó decapitarlo y Doña María quedo viuda.

Doña María comenzó a dedicar su vida a administrar sus bienes (ya que los de su marido habían sido expropiados por el rey) pero mal quiso el destino que se topase con el Rey Pedro I y que este se enamorase perdidamente de ella.

La persiguió durante mucho tiempo y por más que ella intentaba escaparse, él siempre encontraba la forma de volver a verla hasta que un día, Doña María decidió irse a vivir con sus padres buscando al fin estar tranquila.

Pero Pedro I volvió a encontrarla y una noche, cuando el pretendía asaltar su casa para llevársela al Alcázar, Doña María saltó por la ventana y huyó a esconderse al Convento de Santa Clara y para ayudarla, las monjas la escondieron en una zanja en el patio y la cubrieron con tierra y maderas para ocultarla.

El rey siguió acudiendo al convento con regularidad con el fin de encontrarla, ya que alguien le había confirmado su paradero y una vez, consiguió encontrarla desprevenida y fuera de su escondite.

Doña María corrió a la cocina para esconderse y tomó una sartén con aceite hirviendo y se la echó por encima para liberarse de esa belleza que había obsesionado al rey.

El monarca, arrepentido, pidió a la priora del convento que cuidase de ella y que le preguntó si tenía algún deseo para poder remediar el mal que había hecho. Doña María le pidió el convento que había expropiado Pedro I a su difunto marido para poder construir sobre el uno nuevo, el conocido actualmente como Convento de Santa Inés.

Muchos años después, su cadáver fue encontrado durante la restauración del mismo y podían verse las cicatrices de las heridas que el aceite había provocado en su rostro.

Cada 2 de diciembre, puede visitarse a Doña María Coronel en una urna de cristal en la Iglesia de Santa Inés.









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